Bienvenidos, damas y caballeros, al circo del desastre, donde el mono es el maestro de ceremonias... okay, sé que no debería desquitarme con el mono y debería pedirle perdón a todos los monos del mundo, pero, honestamente, estoy confundida. Esto es como cuando tu mejor amiga bloquea a su ex, y después de cuatro años te llama y te dice: "¡Loca, adivina quién me llamó anoche!". Y tú respondes: "Um, loca, ¿desde cuándo los números bloqueados pueden hacer llamadas?". Para los nacidos antes del 1980, les explico: cuando tu ex es un cabrón que no te quiere dejar en paz, lo bloqueas y NUNCA VUELVES. ¿ENTONCES POR QUÉ DIABLOS ESTÁ DE VUELTA?
Para los que todavía no han captado, estoy hablando de las elecciones presidenciales de los Estados Unidos, donde la mayoría de nosotros nos quedamos con la boca abierta. Especialmente aquellos que pensaron que lo lógico era no votar por el tipo con récord criminal. Sin embargo, creo que logré racionalizarlo (más o menos), así que vamos desde el principio…
[Disclaimer: habrá un cambio drástico en el tono, de amiga desinhibida a madre preocupada.]
En las elecciones presidenciales de 2024 en los Estados Unidos, el expresidente Donald Trump fue reelecto, derrotando a la candidata demócrata Kamala Harris. Los republicanos también tomaron el control del Senado, con victorias clave en Pensilvania, Wisconsin y Michigan. La Cámara de Representantes permaneció bajo control demócrata, aunque varias contiendas seguían demasiado cerradas para declararse. Este resultado marcó el SEGUNDO MANDATO DE TRUMP en la casa blanca, convirtiéndolo en el segundo político en la historia en ganar tras haber perdido su reelección inicial, a pesar de sus problemas legales y récord criminal (The New Yorker, 2024).
Fue entonces, en un momento de desesperación y disonancia, que hice lo que toda niña nacida en 1996 aprendió a hacer: googlearlo (shh, sí, dije niña). Así que busqué: “¿Cómo ganó Trump?” y me puse a buscar frenéticamente una fuente confiable (¿qué es confiable realmente?) hasta que encontré un artículo de The Guardian. Y fue ahí donde leí un pasaje de Moustafa Bayoumi que me voló la mente.
Este periodista captura la esencia de esta realidad tan desalentadora, enfatizando cómo la campaña de Trump prosperó en elementos tóxicos como el racismo, la misoginia y el autoritarismo, al declarar este simple hecho: "Los republicanos dirigieron su campaña como un partido del odio…" (The Guardian, 2024). El marcado contraste entre el mensaje de odio de Trump y el enfoque demócrata—etiquetado como "un partido que no representaba casi nada"—ilustra una tendencia preocupante en la política estadounidense. Bayoumi argumenta que la incapacidad de los demócratas para comprometerse significativamente con su audiencia progresista y abordar problemas globales críticos, como la crisis de los palestinos, evidencia sus fallas. Mientras somos testigos de las ramificaciones de estas elecciones, está claro que los demócratas deben evolucionar más allá de una mera moderación y abrazar una plataforma de justicia e igualdad de derechos. Pero la pregunta que resuena en la cabeza de todos: ¿El odio es simplemente una emoción o una ideología que moldeará nuestro panorama político por años? Hablemos de eso.
La Hipótesis de la Frustración-Agresión es una teoría psicológica que sugiere que cuando las personas se sienten frustradas, como cuando sus metas se ven bloqueadas, pueden responder con agresión. Esto significa que, en lugar de solo sentirse molestos, podrían reaccionar con enojo, a veces incluso contra personas que no son la causa de su frustración. Esta idea fue desarrollada por los psicólogos John Dollard y sus colegas en los años ‘30s. Propusieron que la frustración siempre lleva a algún tipo de agresión, ya sea dirigida a la fuente de la frustración o desplazada hacia otra cosa o persona. En términos simples, si no puedes obtener lo que quieres y te sientes frustrado, podrías terminar descargando esa ira en alguien más, lo que lleva a un comportamiento agresivo.
Creo que este concepto nos puede ayudar a entender por qué tantos votantes se volcaron hacia Trump en las elecciones de 2024. Como un súper fanático de los Yankees que siente la frustración de perder en los playoffs una y otra vez (¡ouch!), estos votantes han experimentado una sensación de frustración por diversos problemas socioeconómicos. No es como si no estuviéramos TODOS encabronados TODO EL TIEMPO.
O sea, imagina ser fanático de los Yankees ( Suave, solo intento darle un toque de humor al asunto) y ver a tu equipo perder la Serie Mundial otra vez. La frustración se acumula mientras recuerdas temporadas llenas de oportunidades perdidas y malas decisiones. En un momento de rabia, gritas al televisor, culpas a los árbitros o hasta tiras la gorra al otro lado del cuarto. Esta reacción no se trata solo de un juego; es la culminación de años de decepciones.
Ahora, traduce ese sentimiento al ámbito político. Muchos votantes se han sentido ignorados por el sistema, frustrados por la recesión económica, la desigualdad social, el genocidio continuo en Gaza y la amenaza inminente del cambio climático. Todo esto no hizo más que intensificar su urgencia, desesperación, frustración y, sí, odio. Para estos votantes, el discurso agresivo de Trump y sus promesas de “Hacer América Grande Otra Vez” fue una explotación cínica hacia sus frustraciones. Su campaña se convirtió en un perturbador recipiente de la ira acumulada, canalizando su desilusión hacia un bloque de votantes que, en lugar de buscar soluciones reales, parecían dispuestos a abrazar una retórica divisiva e ideologías peligrosas. Es inquietante ver cuán fácilmente algunas personas permitieron que sus frustraciones fueran manipuladas, cambiando su dignidad por las promesas vacías de un candidato que prospera en el caos y el resentimiento.
Así como la explosiva reacción de ese fanático de los Yankees surge de años de expectativas no cumplidas (¿Me estoy pasando con la metáfora?), los votantes que apoyaron a Trump expresaron un grito colectivo contra lo que percibían como fallos sistémicos. La frustración por la pérdida de empleos, el aumento del costo de vida y los cambios culturales alimentó su deseo de un cambio drástico, sin importar cuán controversial fuera el candidato. No solo votaron por Trump; votaron contra un status quo que los dejó sintiéndose sin esperanzas. Mientras tanto, el Partido Demócrata, en lugar de ofrecer una plataforma sólida y segura que respondiera a las necesidades y preocupaciones de estos votantes, parecía más interesado en jugar a lo seguro, apaciguando a los republicanos descontentos y evitando posturas audaces que pudieran alienar a la base centrista. Esta incapacidad para inspirar y unir significó que muchos votantes desilusionados sintieran que no tenían otra opción que recurrir a Trump, incluso reconociendo los peligros de su retórica. Yo solo intento entender este espectáculo de terror.
En este contexto, la Hipótesis de la Frustración-Agresión ilumina por qué tantos estadounidenses eligieron apoyar a un candidato como Trump—ugh, asco—a pesar de su comportamiento polarizante. Así como un fanático de deportes puede reaccionar de manera exagerada después de una derrota difícil, estos votantes dirigieron su ira hacia un candidato que prometió sacudir el sistema político, sin importar los riesgos involucrados (bueno, sin importar las personas en riesgo)… ¿Creo? Aún así, sigue siendo absurdo, egoísta y un poquito infantil en mi opinión.
“La frustración puede llevar a comportamientos agresivos como respuesta a expectativas no cumplidas...” (Simply Psychology, n.d.).
Otra premisa que podría explicar qué diablos pasó es la Teoría de la Identidad Social, desarrollada por Henri Tajfel y John Turner en 1979. Esta teoría nos ayuda a entender cómo las personas se categorizan a sí mismas y a los demás en grupos. En esencia, esta teoría propone que una parte significativa de nuestra autoestima proviene de los grupos sociales a los que pertenecemos, ya sea nuestra nacionalidad, religión o incluso nuestro equipo deportivo favorito.
Imagina que estás en una fiesta. Puede que sientas una conexión más fuerte con alguien que lleva puesta una camiseta de los Yankees, como tú. Este instinto de identificarse con otros lleva a la creación de "grupos internos" (los grupos a los que pertenecemos) y "grupos externos" (aquellos a los que no). La teoría sugiere que tendemos a favorecer a nuestro grupo interno, lo que a menudo lleva a un sentido de orgullo y unidad, al mismo tiempo que sentimos desdén o prejuicio hacia los grupos externos.
Aplicado al contexto político, la Teoría de la Identidad Social nos ayuda a entender cómo las personas se alinean con ciertos partidos o movimientos. Por ejemplo, cuando los votantes se identifican fuertemente con un partido político, es más probable que apoyen a sus candidatos, INCLUSO FRENTE A COMPORTAMIENTOS O POLÍTICAS PROBLEMÁTICAS. Esto puede llevar a situaciones donde la gente ignora los aspectos negativos de su grupo interno mientras proyectan negatividad hacia el grupo externo, como cuando muchos votantes pasaron por alto los defectos de Trump porque sentían una conexión profunda con el Partido Republicano y sus ideales… yo solo estoy soltando los hechos.
En general, la Teoría de la Identidad Social arroja luz sobre cómo la dinámica grupal influye en el comportamiento, especialmente en entornos políticamente cargados, mostrándonos que nuestras identidades pueden moldear no solo nuestras preferencias, sino también nuestras acciones de maneras significativas. Si hay algo que aprender de esto, es que realmente necesitamos priorizar y enfatizar el concepto de la introspección, porque todo esto se pudo haber evitado si los votantes se hubieran tomado un minuto para reflexionar… pero eso es tema para otro blog. Aquí no estamos tratando de culpar. En cambio, espero haber pintado un cuadro claro de lo que pudo haber pasado. Espero haber humanizado a esos seres queridos que tomaron decisiones cuestionables el día de las elecciones… es una amarga píldora de tragar para algunos, y sé que queremos que algunas personas se ahoguen con ella. (es broma, es broma). Sin embargo, tenemos que seguir adelante y, independientemente del resultado, todavía tenemos la opción de ser seres humanos decentes. Y, francamente, creo que eso es lo que realmente dictará cómo se desarrollarán estos cuatro años en términos de cambio social. ¿Pensamiento esperanzador? Tal vez. Pero es lo que tenemos. Así que quizás los Yankees ganen la Serie Mundial el próximo año… soy fanática de los Dodgers, ¿se nota?
The New Yorker. (2024, November 5). Election 2024: Live presidential results map. https://www.newyorker.com/news/election-2024/live-results-map-president-senate-house-governors-races
Bayoumi, M., Davis, B., Green, L., Mahdawi, A., & Sunkara, B. (2024, November 6). Why did Trump win, and what comes next? Our panel reacts. The Guardian. https://www.theguardian.com/commentisfree/2024/nov/06/trump-win-election-panel
Nickerson, C. (2023, September 28). Frustration-aggression hypothesis. Simply Psychology. https://www.simplypsychology.org/frustration-aggression-hypothesis.html
McLeod, S. (2023, October 5). Social identity theory in psychology (Tajfel & Turner, 1979). Simply Psychology. https://www.simplypsychology.org/social-identity-theory.html
NPR. (2024, November 6). How Trump won: Policies that resonated with voters. https://www.npr.org/2024/11/06/g-s1-33007/how-trump-won-policies
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