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Disney, tenemos que hablar



Todo lo que esta servidora está a punto de escribir puede leerse en una de las dos formas:

Como una comedia tan graciosa que te costará respirar de tanta risa - o una engañosa historia de horror que te dejará sin aliento.

Yo fui a Disney World (música dramática)

Para ustedes que están volteando los ojos en este momento, déjenme contarles. Yo fui a Disney en mi silla de ruedas de viaje, la cual es básicamente, un coche de bebé gigante. Basada en mi experiencia de los pasados 22 años, he aprendido que a las líneas aéreas no le importa un carajo cuando se trata de sillas de ruedas con motor – Los estudios señalan que las líneas aéreas han dañado 1,975 sillas de ruedas en tres meses. Las sillas de ruedas, que tienen el valor monetario de un automóvil nuevo y el valor sentimental de tus piernas. Debido a esto, mis padres hallaron que la mejor manera de viajar es usando mi coche morado, mi trampa mortal. Que conste que yo probé muchos coches y fue este el que me hizo sentir más cómoda y adecuada.

El viaje comenzó a las seis de la mañana porque nuestro pequeño gnomo personal de Travelocity, (mi mamá) reservó un tour que comenzaba a las 7:30 de la mañana. Mientras nos apurábamos por entrar al taxi, notamos dos cosas: una, era un taxi en el jodido Orlando, y dos, yo me sentaba en la parte trasera. Sola. De nuevo, mi mamá pensó que esto sumaría a la experiencia como mi propio viaje personal de montaña rusa. Bueno, mamá, las montañas rusas generalmente tienen que pasar por algunas reglas y regulaciones para ser aprobadas. Hay ingenieros detrás de esos monstruos. Mientras tanto, nuestro chofer de taxi estuvo hablando por teléfono la mitad del viaje. Le concedo que estaba tratando de averiguar como los cruces rápidos funcionan y afectan a las personas discapacitadas, lo que estaba bien, pero yo sólo quería seguir viviendo.

Cuando llegamos allí, recuerdo que el chico del clima decía que estaba a 95 grados, pero se sentía como 105. Yo quería golpearme por haberme reído cunado escuché eso, porque realmente se sentía como 105. Nos encontramos con nuestra guía para el tour luego de quince minutos de buscarla en el sol ardiente. Resultó que tenía 12 años. Bueno, 20. En ese punto, ya yo había tenido como siete incómodas interacciones entre mis padres empujándome hacia la gente, y yo mirando los niños pequeños a los que les gritaban (mientras trataba de no inmiscuirme, aunque ellos estaban justo enfrente de mí). Para esos que no entienden por qué esto seguía sucediendo, es porque mis padres y hermano no tienen la experiencia de empujar una mujer adulta en un coche. Así que me dejaban mirándole el culo a Mickey por 10 minutos mientras debatían si debían ir a la derecha o a la izquierda.

La exhibición Avatar, sin embargo, fue increíble. Era la única razón por la que estábamos allí. Desafiaba las leyes de la física o al menos eso era lo que parecía. La lógica se tira por la ventana cuando ves esas enormes piezas de tierra solo… ¿flotando? La guía del tour insistía en usar pases rápidos para subirnos a todas las atracciones. (Alerta: todos usan pases rápidos, anulando su propósito) La línea de pases rápidos era tan larga como la línea regular) Luego de caminar por la larguísima exhibición , el sol calentando mi asiento de espuma forrada en cuero negro, en el que debía sentarme, pararme, esperar (como quieras llamarlo) en la fila porque aparentemente ser físicamente discapacitado no importa una mierda en Disney- Yo decidí revelar mi ánimo mencionando la tienda de regalos y estableciendo firmemente el hecho de que yo merecía un trofeo por este hueco infernal. (Sí, lo sé soy una niña. Pero mis piernas estaban dormidas así que al carajo)

Ahí es cuando la guía del tour decide casualmente mencionar que la tienda de regalos podría poner las caras de los visitantes en los muñecos de Avatar. “Eso es”, pensé “Esta es la razón por la que el universo me trajo a este lugar de mierda, en este caliente día de mierda, con esta dolorosamente incómoda silla de mierda.” Todo iba a valer la pena si tenía mi cara colocada en una muñeca de Avatar. Al menos eso es lo que yo pensaba que tendría sentido durante lo que se sentía como un ataque al corazón.

El plan iba así: mis padres y mi hermano subirían a una atracción mientras esta jovencita y la guía de 12 años correrían a la tienda de regalos y comenzarían el celestial proceso. En la tienda de regalos, le pregunté a la deprimida encargada cuanto costaría hacer tan mística muñeca. La maldita dijo “ochenta dólares” lo cual, en el momento, tenía total sentido – Ellos iban a colocar mi maravillosa cara en la muñeca. Pagué los 80$. La tierna preadolescente me colocó en sus futuristas Cámaras de Fabricación de Muñecas. No fue sino hasta que sacaron un iPad que yo pensé para mi misma “Bueno esto puede ser una estafa”. Esta voz dentro de mí fue rápidamente seguida de otra voz, “Acabas de pagar 80$... Ochenta dólares.” Por lo que sonreí a lo largo de la sesión de foto del Ipad.

Para hacer el cuento corto, luego de 40 minutos de esperar por la muñeca, lo cual tenía sentido, porque tenían que imprimir esa mierda en 3D, (al menos eso pensaba yo), nos saludó una mujer con cara sarcástica. No era el tipo genuino, sino del tipo falso – ese por el que tienes que tomar medicamentos. Nos conduce a esta máquina expendedora galáctica, donde me tomaron aún otra mala fotografía de mi cara, la que fue colocada sobre un tipo de modelo 3D de una tipa básica que se suponía era yo (no, yo no tengo los labios de Jessica Alba. ¡Cómo se atreven!) La máquina finalmente escupió una muñeca Avatar mal envuelta. La sarcástica insistía en lo mucho que se parecía a mí, incluso antes de mirarla. En este punto, yo estaba en negación, avergonzada y en shock. Sólo esperaba que mi papá no notara que había pagado 80$ por una muñeca que no se parecía a mí.

Así. Que. Seguí. La. Corriente.

Esta es la parte donde yo digo algo positivo a la chica de 16 años, alias Molly. Pero, por el contrario, voy a darle un consejo a Disney. Primero que nada, ¿podemos volver a mis 12 años y cuando ustedes dejaban que yo me adelantara en la línea por mi silla de ruedas? Lo entiendo, quieren tratarme como a cualquier otra persona. Pero ¡Coño! Se sentía 105 grados allá afuera, y eso no es éticamente correcto. Entre tú y yo, nuestro pequeño paseo mágico incluye ¡ADELANTARME EN LA FILA! Hay algunos beneficios que vienen con estar en una silla de ruedas. ¡Una de ellas es esa! ¡Lo hago todo el tiempo! Cuando cualquier compañero de clases hablaba acerca de Disney, yo les decía “¡Nosotros nunca hacemos la línea!” También quiero vociferar acerca de la muñeca Avatar, pero aún estoy tan enojada por eso y voy a decir cosas muy hirientes sobre la mamá de Walt, de las que me voy a arrepentir después. Hasta entonces, la próxima vez iré a Universal Studios y me compraré una varita mágica.

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