Para aquellos que aún no se han dado cuenta, estoy bastante jodida. Es como un secreto que quiero mantener de aquellos que están a una distancia segura de mí. No lo digo en el sentido físico. Eso es un archivo médico grande y totalmente diferente. Hablo sobre mis ataques de pánico. He decidido hablar acerca de mis ataques de pánico, porque creo que muchas personas los tienen, y no son conscientes de ello. Aquí va mi autodiagnóstico: soy una mujer discapacitada con problemas de control. En consecuencia, he estado ansiosa porque las cosas marchen en la dirección correcta, desde que era una niña. Creo que de ahí surge mi ansiedad. Luego se desarrolló en ataques de pánico en gran escala cuando tenía 17 años. Agárrate los pantalones. Esto se va a poner retorcido. Yo no creo que no pueda procesar la felicidad adecuadamente. Quiero que todo salga como yo quiero, pero cuando lo hace, mi cuerpo se asusta de repente. Es como si mi subconsciente no puede creer que las cosas realmente van como quiero… irónico ¿no?
Me han dicho que si algo suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo sea. Esas palabras me fueron implantadas en mi lóbulo temporal. Mi primer enorme ataque de pánico fue cuando me aceptaron en el Savannah College of Art and Design. Viniendo de una pequeña isla, jamás pensé que me mudaría a Savannah, Georgia para estudiar lo que soñaba, moda. Era todo lo que había querido desde los 9 años. Esa noche, mi papá había salido de la ciudad. Él siempre ha sido mi soporte emocional, así que el hecho de que él no estaba ahí y que yo estaba entrenando a una nueva cuidadora esa noche, hacía todo mucho más atemorizante. Mi mamá acababa de llamar para decirme que estaba de camino a casa, y de repente, comencé a sentir palpitaciones, y la vida se me fue borrando. (Sé que no son los términos adecuados, pero así se sentía). Todo en mi vida se sentía irreal. Era como si cada recuerdo que hubiese tenido alguna vez, fuera un sueño, y estaba a punto de morir… ¿O de despertarme? Enloquecí de miedo. Llamé a mi mamá y comencé a llorar histéricamente. Yo siempre he sido muy aplomada, pero en ese momento no lo era. Siempre fui capaz de describir mis síntomas al detalle, pero esta vez no pude. Era real. Se sentía como la única cosa real que me hubiese pasado alguna vez. Mamá llegó a casa, e hizo su mejor esfuerzo por calmarme, pero ella no estaba muy abierta a la idea de los ataques de pánico, al menos para el momento, así que era difícil para ella. Yo estaba acostada en la cama y todo lo que quería hacer era saltar de arriba abajo, pero soy discapacitada. No me puedo mover. Me sentía atrapada. Después de una media hora me di cuenta de que aún no había muerto, así que la vaina no podía ser tan mala, y mi mamá decidió llamar a mi papá. Mi papá me contó una historia muy graciosa sobre un amigo suyo que también tenía ataques de pánico. Me dijo que lo enfrentaba acostándose en el suelo sin importar dónde se encontrara. Un día, su doctor le dijo que sólo tenía que esperar a morirse, porque pronto se daría cuenta que no tenía nada de qué preocuparse. En ese momento todo encajó. No había nada de qué preocuparse. Aunque yo no quería dormirme porque creía que si cerraba mis ojos moriría, yo aún sabía que esa noche nada estaba mal.
El día siguiente lo dediqué a investigar intensamente acerca de los ataques de pánico. Resulta que son desencadenados como respuesta a volar o a pelear. Conste que yo no puedo ni volar ni pelear, así que eso es confuso. Además de esto, hay una larga lista de síntomas para los ataques de pánico Te sugiero que los averigües. Es probable que hayas tenido uno, y para complicar aún más las cosas, les gusta intercambiar sus síntomas, así que no sabes lo que viene después. Yo he tenido cada uno de los síntomas al menos una vez. Llegó un momento en mi vida en el que me parecía gracioso cuando surgía uno nuevo. “Oh, vaya… ¿Dificultad para respirar? Ese es nuevo”
Tengo tres sugerencias cuando se trata de enfrentar los ataques de pánico. Una es hablarlo con alguien. Cualquier persona. Yo siempre tengo a alguien conmigo, así que eso funciona. Habla sobre tus síntomas o trata de descubrir qué es lo que se está desencadenando en ese momento. ¿Es un ataque primario o uno posterior? (Me gusta pensar en los ataques de pánico como en sismos. Siempre hay uno grande seguido de temblores pequeños después). Dos, es distraerte con algo. Yo les digo a las personas que mi color de la suerte es el rojo porque, aunque esto no tiene sentido, cada vez que siento que podría tener un ataque de pánico, busco el color rojo. Buscando el color desesperadamente, algunas veces olvido el ataque de pánico en primer lugar. Con estos ‘’tips’’, me las he arreglado para controlar mis ataques de pánico en lugares muy públicos sin que nadie lo note. Tres consejos más sobre como sobreponerse a ellos. Presiónate. Si tienes miedo de hablar frente a la clase, levanta la mano y habla de primero. Yo lo hice durante mis primeros años de universidad. Cada vez que entraba al aula tenía un ataque de pánico. Cuando pensaba que me había librado y que ese día no tendría uno, me comenzaba a la mitad de la clase. Así que hacía que mi asistente levantara su mano y yo salía al paso con una pregunta al azar y hablaba en frente de la clase, porque todos sabemos lo atemorizante que es parecer estúpido en frente de desconocidos. Así, que yo misma me empujaba a hacerlo. Cada vez que me quedo sola en un auto tengo un ataque de pánico, así que hacía que mi papá fuera por leche en la estación de servicio, me dejaba sola en el auto por unos cinco minutos y yo tendría un ataque de pánico. Como no me moría, pensaba algo como que… todo está bien. Lo que trato de decir es que, si te asusta, probablemente debes hacerlo. Si no, estás dejando que tu cuerpo te controle mediante el miedo. Y ya que no eres un cavernícola, en serio, ¿de qué vas a tener miedo?
Actualmente aún trato de acostumbrarme a la idea de que merezco ser feliz, y que nadie debe impedírmelo, ni yo misma. Mi cuerpo simplemente tiene que sobreponerse y disfrutar la vida por lo que es. Estoy tratando de seguir mi propio consejo, aunque siento que mientras más vieja soy, más pendeja me pongo. Me sumerjo intensamente en los momentos que me hacen feliz, aún cuando me hacen sentir que he perdido el control.
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